18 enero 2010

Ecos de Haití: “Estoy vivo por milagro” afirma un misionero salesiano italiano, mientras que desgraciadamente 200 estudiantes son dados por muertos.



Ángel León/1Actualidad N.C.SUR/DonaldPress

 Desde Puerto Príncipe (HAITÍ) nos llega un mensaje “Estoy vivo por milagro” escribe don Attilio Stra, SdB, salesiano italiano, misionero en Haití, en un mail con algunas actualizaciones. Don Stra ha confirmado la destrucción de la obra “San Juan Bosco” de Port au Prince Enam y de la obra de las pequeñas escuelas de P. Bonhem (OPEPB), confiadas a los Salesianos. Desgraciadamente los más de 200 estudiantes deben ser considerados muertos, junto a algunos adultos del personal laico. El salesiano concluye su mail pidiendo recordar en la oración a las víctimas de esta catástrofe. También ha llegado la noticia de que en la jornada de ayer, el 15 de enero, han sido celebrados los funerales de dos estudiantes post novicios de filosofía, Atsime Wilfrid y Vibrun Valsaint, muertos con la destrucción del Instituto “San Francisco de Sales” en Fleuriot-Tabarre, Puerto Principe. Don Olibrice Zucchi, salesiano de la comunidad de “Port au Prince Droullard”, logró salvarse tirándose por la ventana de la sala donde estaba trabajando. Una secretaria que trabajaba en un ambiente limítrofe quedó en cambio sepultada lamentablemente bajo los restos de la estructura del edificio. Don Calixte Iguintz, de la comunidad de Gonaives, Ecónomo de la Inspectoría de las Antillas, y Alberto Rodríguez, Ecónomo provincial, y el director de la Oficina para el desarrollo en Haití, Franklin Ortega, lograron conseguir tres teléfonos satelitales con carga baterías solar para tratar de establecer un puente comunicativo en grado de sostener la organización logística de la ayuda salesiana. Tales instrumentos deberían estar operativos desde mañana 19 de enero Dios mediante, con las debidas autorizaciones gubernamentales. La Procura misionera salesiana de New Rochelle ya ha enviado un container con arroz, cuya llegada se espera para hoy lunes 18 de enero Os recordamos nuevamente la necesidad que tienen en HAITÍ de nuestras ayudas. Debemos de colaborar desde la oración a Dios por la mejoría de la gran cantidad de heridos y también por las más de 200.000 victimas que han fallecido, ya que cada minuto que pasa, hace más difícil que puedan ser sacados con vida. Aunque aun se han producido algunos milagros más. Las ayudas económicas hay que canalizarlas por entidades que garanticen que llevarán el 100% de la cantidad ingresada, es por lo que les facilitamos la cuenta corriente abierta en: Banco Popular Titular: Misiones Salesianas – “Ayuda Haití “ CCC: 0075 0001 85 0607077059 Debemos de ayudar a nuestros hermanos de HAITÍ a salir hacia delante, lo antes posible. Dios nos lo pagará. •Las Hijas de María Auxiliadora comprometidas activamente con la emergencia del terremoto Desde Puerto Príncipe (Haití) las salesianas, las Hijas de María Auxiliadora (FMA) cuentan con 6 comunidades. Además de la sede de la Inspectoría, que según han informado no ha sufrido daños importantes, en otras comunidades si se han producido daños muy considerables. Una joven religiosa se encuentra herida en un hospital. La FMA cuenta con escuelas, internados, orfanatos, centros promocionales, centros de acogida para niños de la calle, centros de alfabetización y formación profesional, oratorios y centros juveniles, donde hay una importante presencia de jóvenes, niñas y niños. Esta Inspectoría, llamada Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, cuenta actualmente con 79 FMA distribuidas en 14 comunidades. 63 religiosas de votos perpetuos, 16 de votos temporales y 7 novicias. Desde Santo Domingo, las hermanas de la Inspectoría Antillana, la más cercana, han escrito informando que están tratando de entrar en Haití para poder ver personalmente como ayudar a quienes han sido golpeados por esta tragedia.

Y esperamos que María Auxiliadora, les proteja bajo su manto de Madre a tantas y tantas criaturas que están esperando ser socorridas. Y hoy terminamos con esta oración que nos ha llegado y que os la queremos ofrecer y hacer nuestra también: ORACIÓN ESPERANZADA ANTE EL TERREMOTO DE HAITÍ

Señor: ¿Dónde estabas? ¿Y dónde estás ahora? ¿Dónde te podemos encontrar? ¿Dónde estabas cuando la gente sufría? ¿Dónde estabas cuando sucedió el terremoto? Son las preguntas que te hago, Señor, cuando mis pensamientos se ofuscan al contemplar tanto dolor y tanta tragedia; tanto edificio derrumbado y tantos muertos por las calles. Ante el terremoto, no solo ha temblado la tierra sino también los corazones. Señor: No estabas lejos de tantos hermanos nuestros; estabas en cada persona y morías cuando moría un hermano nuestro aplastado por los escombros o por el vaivén de la tierra movediza. Y siempre, Señor, sufren las catástrofes los mismos, y siempre sufren las destrucciones los mismos, y siempre mueren los mismos. Miles de heridos, miles de muertos y muchísimos más los damnificados. Y en el horizonte: Un futuro incierto. Las escenas son aterradoras: Dolor y llanto sin consuelo por los muertos, familias enteras que han desaparecido. Basta lo dicho para poner en palabras una gran tragedia y un gran sufrimiento. El terremoto no es, pues, Señor, sólo una tragedia, sino que es también una radiografía del país. Muy mayoritariamente mueren los pobres, quedan soterrados los pobres, tienen que salir corriendo con las cuatro cosas que les quedan los pobres, duermen a la intemperie los pobres, se angustian por el futuro los pobres, encuentran inmensos escollos para rehacer sus vidas los pobres. Señor: La tragedia ha sido grande para los pobres. Y en medio de la tragedia la vida sigue pujando, atrayendo y moviendo con fuerza. Y junto al impulso del propio vivir, surge también la fuerza de la solidaridad.

Es la santidad del sufrimiento. Puede sonar exagerado, pero ante estos pobres, quizás podamos repetir lo que dijo el centurión ante Jesús crucificado: “Verdaderamente éstos son hijos e hijas de Dios”.

En los pueblos sufrientes, crucificados Señor: ¿Dónde estabas? ¿Y dónde estás ahora? ¿Dónde te podemos encontrar? ¿Dónde estabas cuando la gente sufría? ¿Dónde estabas cuando sucedió el terremoto?

Las preguntas siguen resonando: También las hizo Jesús, y Pablo tuvo la audacia de responder: En la Cruz. Dios está en entre los escombros de las ciudades rotas, refugio de damnificados sin nada. Dios está entre los muertos y destruidos por la rabia de la tierra que se balancea a su antojo. Señor: La mayor esperanza es seguir caminando, practicando la justicia y amando con ternura. En este sentido, ojalá la solidaridad ayude a reconstruir una nueva historia, pero sobre todo personas y pueblos; ayude a reparar caminos, pero sobre todo modos de caminar en la vida; ayude a construir templos, pero sobre todo pueblo de Dios. Ojalá la solidaridad dé esperanza a este pueblo que sufre y muere. Con ella ya encontrará la gente modos de valerse por sí misma. Ayúdanos, Señor. Amén
Antonio Díaz Tortajada Sacerdote-Periodista Un Abrazo y que Dios derrame sobre ti, muchas bendiciones de Vida, Paz, Amor, y mucha Prosperidad para el futuro.

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