08 abril 2009

Rafael Pérez Castillo nos comenta como es el Jueves Santo ayamontino y nos va a demostrar que, si Cristo cae, Ayamonte es Amargura.

Ángel León/Rafael Pérez Castillo/DonaldPress
A medida que va avanzando esta Semana Santa que a dios gracias, estamos disfrutando un clima maravilloso, como hace varios años, no estábamos acostumbrados, pues la lluvia deslucía los desfiles procesionales.
Pero este año estamos llegando ya al ecuador y seguiremos orando a Dios Padre, para que nos acompañe un tiempo tan esplendido, como el que hasta ahora venimos teniendo.
Como les prometí al comienzo, nos estamos adentrando más y más en la Semana santa de Ayamonte y tenemos que decir que estamos conociendo muchas cosas cosas que desconocíamos, los que no hemos tenido el privilegio de vivir unos días tan entrañables y como es lógico, cada día con su historia.
Hoy nos dice el amigo Rafael Pérez Castillo: “Si Cristo cae, Ayamonte es Amargura, habrá que adentrarse en esta crónica, para saber el porque.
Y creo que es lo mejor que debemos hacer, seguir leyendo y seguro que de una forma tan amena e ilustrada, nos enteraremos, dado que todo tiene el porque.
Les dejo con esta nueva entrega sobre la Semana Santa ayamontina que, dicho sea de paso, nos entran ganas de coger el coche y acercarnos hasta esta bella ciudad tan encantadora.

SI CRISTO CAE,
AYAMONTE ES AMARGURA.

Así sucede cada Jueves Santo. Amanece haciendo honor al dicho. “Tres jueves tiene el año…”. Y apenas le sale al día su luz, cuando se observa en la brisa y en el río, en las calles y en sus silencios, en el cielo y en su espejo, que algo grande está vivo en el aire, un mensaje de fraternidad que llega desde la entrega generosa, desde el deicidio amargo que padecerá el que ha venido a traer la salvación, a rescatar al hombre.
Todo el sentir semanasantero se focaliza hoy en lo más alto del pueblo. Ayamonte se resume en esta jornada, igual que si fuera “Calvario”, lo más empujado posible hacia el cielo, acortando las distancias que pudiera haber hasta Dios, para mostrarle cómo es el sentimiento y la fe de los bautizados orilla acá del Guadiana.
Y si todas las jornadas tienen como final el momento de abrazar el descanso, cuando es llegada la noche y las puertas se cierran y el sueño suena transmitiendo la ausencia de vida, entonces - y están bien hechas las cuentas - en este pueblo, el año tiene un día menos. Ayamonte ya no dormirá hasta la madrugada del sábado.
Pues de esta alteración del calendario tiene mucha culpa, por lo poco la mitad, la Real, Ilustre y muy Antigua Hermandad Sacramental del Salvador y Cofradía de Penitencia de la Oración en el Huerto, Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora de la Amargura. Todo este extenso título, que así es, hasta escasos años atrás, y todavía también, se resumía diciendo: la Hermandad de Concepción. Y esto es, porque desde la fundación de la Cofradía de Penitencia en 1918, esta casa, la familia Concepción, fue parte importante en el acto fundacional y en su posterior mantenimiento y adquisición de imágenes y enseres. Estaba esta Cofradía destinada a fusionarse muchos años más tarde, en 2003, con la Hermandad Sacramental que fue fundada en 1718. Una y otra, dos siglos de diferencia, que hablan ellos solitos de lo longevo que es el camino que, por esta tradición, justifica nuestras aspiraciones al beneficio de la Redención.


El hecho de que sólo procesione una Hermandad, en este día, nos faculta, sin dar lugar a equívocos, para omitir lo extenso de su denominación, y llamarla Hermandad del Jueves Santo.
Así pues, diremos que la Hermandad del Jueves Santo está establecida canónicamente en la Parroquia de Nuestro Señor y Salvador, en el barrio de La Villa.
¡La Villa! Catedral de cal blanca con luminarias de demasiado sol, que siluetean sobre los paneles blancos de sus paredes la poesía sencilla del labriego y sus bestias, el sonido del Ángelus por entre calles Gitanos y Viriato – calle del Hospital – con el anillo del Pozo en la bajada, y el canto del agua en el Pilar. Sus amanecidas están grabadas en los discos de las eras entre cantos de gallos y el rezo del Rosario de la Aurora con el inolvidable sonsonete:

“Dios te salve María,
llena eres de gracia…”

Desde la Parroquia del Salvador, iglesia de columnas inclinadas, la tarde se convierte en magnífica procesión, al abrirse la Puerta de Poniente, la Puerta del Perdón, para que se inicie la Estación de Penitencia de esta Cofradía que consta de tres extraordinarios pasos con muchos años de historia en sus trabajaderas.
En la primera estampa se nos presenta a Jesús Orando en el Huerto que, por la juventud de su cuadrilla de costaleros, es conocido como “El Angelito”. Este paso lo aportó, completo, la familia mecenas en el año del cincuentenario de la Hermandad. Las dos imágenes del Misterio son de nuestro paisano Don Antonio León Ortega. Se escenifica el momento en que Jesús reza en Getsemaní y un ángel le ofrece el cáliz de la Pasión.


Y el Señor, por los suelos. Cristo abatido por el peso del dolor, cae rodilla en tierra, mientras unos sayones flagelantes toman su cuerpo como blanco de sus iras y desprecios. La imagen es de autor desconocido y antigüedad borrada en el tiempo. Sufrió la tragedia de la guerra civil, e incluso desapareció hasta el extremo que se encarga una réplica con la que volver a salir en procesión, y que hoy se encuentra altarizada en la Casa de la Hermandad, ya que años más tarde, alguien encontró la mascarilla del Cristo en un vertedero de basuras, y fue León Ortega quien sobre ella, realizó la restauración completa. La cruz es plana y los sayones pertenecen a la escuela valenciana.
El paso de palio azul, con medallón central del artista local Ángel Rodríguez D’Esury, lo ocupa una de las vírgenes más guapa de Ayamonte. Tiene la expresión de la raza andaluza endulzándole la pena que la amarga, y se llama Amargura como su tristeza. La luz de la Villa se hace doble cuando la Virgen se enmarca en el rectángulo de la puerta, y con el sol en todo lo alto, ya que la salida es temprana porque el itinerario es el más largo de toda la Semana Santa ayamontina. El primer tramo del desfile es el de calle Tras las Campanas, para meterse en “San Mateo”, que es más conocida como calle de la Amargura.

Negro de luto en los hermanos penitentes que llevan capirucho morado, de una Cofradía caracterizada por lo ágil del recorrido, ya que viene obligada a estar en su sede antes de las dos de la madrugada por razón de la salida de la Cofradía que ensambla un día con otro.
En su caminata hasta la Tribuna Oficial, pasa por la puerta de su Casa de Hermandad, en calle Capilla del Monte y por el Templo de San Francisco. Tiene otros lugares donde su presencia se hace verdaderamente emotiva y, en su regreso, efectúa la recogida del cuerpo de penitentes en la Casa de Hermandad, quedando los tres pasos flotando por encima de la multitud que entusiasmada quiere ayudar a Jesús y María en la subida de la cuesta de “Galdames”, una de las calles más largas de Ayamonte. Pero toda la Hermandad es joven, y por eso los pasos no notan la cuesta.
Desde hace dos décadas, la familia Concepción, siempre en vela junto a la Hermandad de su vida, fue asistiendo a un relevo, nunca total, ni de lo importante de su apoyo, para abrir paso a una generación de cofrades que inviertan en dedicación las mejores de sus ideas y lo más importante de su esfuerzo vocacionado.

La Cofradía, pues, seguirá subiendo “Galdames” y, cuando La Amargura pase por la puerta de la Capilla del Socorro, sólo a doscientos metros de su casa, ya está el pueblo, con más ayamontinos que en ninguna otra fecha, esperando lo que en Ayamonte tiene un nombre que no confunde a nadie: la salida del Señor.
¡La madrugada y Cristo, abrazados! ¡Ayamonte, también!


RAFAEL PÉREZ CASTILLO(020409)

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