15 abril 2009

Rafael Pérez Castillo desde Ayamonte, nos describe la “Madrugada” cofrade: Padre Jesús y “La Villa” Reunión de Familias.


Ángel León/Rafael Pérez Castillo/DonaldPress

Como no podría ser menos, al igual que en todas partes incluida la mismísima Sevilla, la “Tierra de María Santísima” a pesar de que, cualquier día es bueno de la Semana Santa, para ver unas bellas imágenes y unas hermandades maravillosas y diremos que como sabemos todos “los amantes” de la Semana Mayor, deberíamos “crear” una semana especial de nueve días, para que estuviesen dentro de ellas, hasta las Hermandades de las Vísperas que, también tienen su encanto y aportan algo tan positivo como: el fervor, la devoción y la forma tan especial de “volcarse barrios enteros” con sus también hermandades, le pese a quien le pese…
Ya que lo importantes es llegar a Dios y todos los caminos conducen a EL y a su Hijo Jesús Triunfante: desde entrando en Jerusalén, en esos grandiosos Misterios,- que nos ofrecen casi todos pasajes de la gran y grave “injusticia” que tuvo que soportar por hacerse HOMBRE – con mayúsculas – con: la Cruz al hombro, clavado en ella antes y después de morir, siendo enterrado, para después resucitar Triunfantemente al tercer día, como recogen las Sagradas Escrituras. Jesús Cristo, bajo cualquier Advocación…
Por supuesto también a su Stma. Madre la Virgen María, venerada bajo cualquier Advocación…
Una vez aclarado estos puntos y dicho de una forma amplia que, todas y cada una de las Hermandades son muy importantes.
Tenemos que reconocer que la Madrugada del Viernes Santo en Sevilla, sin menos preciar a ninguno de los demás días es “Algo Muy Especial” que, debemos reconocerlo todos los COFRADES y eso lo muestran cientos de encuestas y estadísticas…
Bueno y pienso que para ser un prologo, bastante he escrito por hoy y lo he hecho sin citar ninguna Advocación. Porque reconozco públicamente que TODAS LAS HERMANDADES tienen sus fieles hermanos y Jesús Cristo es uno y la Stma. Virgen en sola una y desde aquí, os animo queridos amigos COFRADES a velar cada uno por su propia Hermandad y todos por TODAS.
A
hora veamos que nos dice nuestro buen amigo Rafael Pérez Castillo desde la bella Ayamonte:


PADRE JESÚS Y “LA VILLA”,
REUNIÓN DE FAMILIAS.

L
a madrugada del Viernes Santo, en Ayamonte, es de día.
La Amargura entró en su casa, pero no cerró las puertas ni puso fin a la jornada de vivencias de nuestra Semana Santa. Justamente a las dos de un viernes que acaba de comenzar, unas viejas hojas de madera antigua, goznean con la alegría de alumbrar a Dios a la calle.

¡Se trata de Padre Jesús!

Es muy difícil digerir la idea de que todas las Cofradías son iguales. Empezamos por anotar que no se trata de una Hermandad, es la única Cofradía a secas de Ayamonte, porque todo es absolutamente único; tan los es, que le sobran los nombres y adjetivos con los que se quiera resaltar en la escritura, en los periódicos, en las revistas, en los reportajes y, en general, en cualquier medio en el que se difunda el compromiso tácito que con Ayamonte tiene Padre Jesús. ¡Padre Jesús es Padre Jesús! Lo lamento por quienes puedan esbozar una sonrisa, porque los comprendo, por fuerza han de ser allende nuestros límites, y jamás vivieron el día que supone la noche de Padre Jesús.
Escribiendo con rotundidad, me responsabilizo de mi decir cuando afirmo que, primero que nada, Padre Jesús es ayamontino, pero luego, luego Padre Jesús es cuneto. A su sol, nunca se podrá hablar de sombras, se han criado, educado, comido, y vestido, niños y niñas que hoy son hombres y mujeres de bien, que carecían de condiciones de crianza, de ambiente educativo, de despensa con capacidades de atención, y de una sastrería al corte, capaz de vestir a personas que van a desarrollar un perfil especial. Cierto que también algunas ovejas fueron negras. Todo esto lo pudo el cumplimiento de los objetivos que daban sentido a una generosa Fundación ayamontina, el soporte de una institución, y el amor desmedido de unas Hijas de San Vicente de Paúl que daban y administraban lo que tenían y que, con sus defectos y virtudes, ocuparon en mi vida y en la de miles de niños, el espacio de la madre. Quienes hoy no sepan decirle, ¡gracias! creo que están desacertados con el tipo de valoración que emplean.
Amigos, hermanos de techo y soledades, contabilizad así, y nadie tendrá dudas:

DABAN LO QUE TENÍAN.
Esta afirmación está repetida, pero es el escudo de la verdad que defiende a unas santas mujeres que no han sido bien tratadas, en el final de su misión en la Casa Cuna. Y no había más, pero llegó un tiempo en el que la educación – nuevas técnicas, corrientes y factores sociológicos – reclamaba, en justificado y subido tono, una reforma radical de este tipo de establecimientos, sin estar pidiendo que desapareciesen y que se prescindiera de las Hermanas de la Caridad sin mucho ruido, algo así como final de contrato. A quienes estuvieron en esa rescisión, decirles que se trataba de rehabilitar, y no de destruir. Sobre la promesa de una reforma, nos dejaron un solar; y se quiso indiferenciar la Gloria, que es lo mismo que sembrar el olvido, pero ahí, justo en esa encrucijada, estaba Padre Jesús. Más adelante, diremos cómo.
La Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima del Socorro no existe en ningún otro lugar, por muchas historias que se cuenten. Su fundación está comprendida en un intervalo antiguo, tanto como 1596/1604, y de las autorías casi no se puede hablar. Se cree que Padre Jesús se identifica con ciertos rasgos, aztecas o cubanos, que lo encajan en una posible donación fervorosa de algún ayamontino colonizador. Se comenta de su presencia en una de nuestras más céntricas calles y de la casa en que vivió, pero nada se da como origen definitivo al que unir tan entrañable y querida historia de amor ayamontina.
La Virgen del Socorro, que ni sonríe ni llora, pero tiene lágrimas y son de las madres de Ayamonte, se atribuye al escultor italiano Giacome Valandi. La noticia acerca de esta atribución, me parece estar seguro, que llega de la mano del fallecido artista local Don José Vázquez Sánchez, cuyas razones técnicas o de procedencia nunca han estado totalmente confirmadas, por lo que para los ayamontinos, no existe problema alguno, la Virgen del Socorro es nuestra y, ¡fin del capítulo!
La vida de Padre Jesús y su Madre, es la vida de Ayamonte. Mi mente proyecta borrosamente una lejana procesión que apenas entendía.
Parece que fue ayer cuando unos niños de la Casa Cuna, cargaban su cruz pequeña, la que se veía, sus ciriales y sus incensarios; y unos hombres, ya mayores, revestidos de túnica y situados delante del paso del Señor, protagonizaban “la burla” con sus viejas y ruidosas trompetas. Cincuenta metros por delante , otro de aquellos hombres, llenaba las calles con el ruido de la matraca. Era Colijo. Se despertaba al pueblo porque venía el Señor. Días antes, unos emisarios de la Cofradía, hábito morado y vara de madera, pedían ayuda económica por las casas: eran “los votitos” de Padre Jesús. Las cosas han cambiado, pero Padre Jesús, sigue igual. La Cofradía mantiene sus características esenciales. En muchos casos, las túnicas siguen heredándose de padres a hijos; ropa de gloria y honor, morada para el Señor y negra para la Virgen, con corona de espinas sobre la sien.
Seis horas antes de que se produzca la salida de la Cofradía, recién puesta en la calle la Hermandad de la Amargura, se hace la convocatoria de las cuatro remudas de “cargaores” de cada paso, es como pasar lista, pero mucho más sublime, puesto que desde el inicio de tan numerosa reunión, además de que los capataces controlen las posibles novedades que hubiere, tiene lugar el rezo de “la Salve”, empezando en la Capilla del Socorro ante los pasos ultimados en todos sus detalles. Largo y ancestral poema de cariño y tradición dedicado a la Virgen, que también se repetirá en la Iglesia de San Francisco, en la Parroquia de las Angustias y en la Iglesia de la Merced, con esa música borrosa y vieja, cuya partitura se va reescribiendo según van naciendo los ayamontinos.

Dios te Salve, aurora bella,
Madre del Dios del Carmelo.
Hija del Eterno Padre,
Madre del Divino Verbo

P
articipar en este acto es como saborear una bella lección de Moral, Teología, Marianismo, o no se sabe qué extraña y desconocida ciencia del Tratado de la vida del hombre ante la grandeza de Dios.
Es llegada la hora. En la calle Galdames, siendo como es de larga, es muy difícil encontrar sitio. Los que están más lejos tienen la conformidad de decir que, de lejos se ve mejor; en verdad, no importa porque Padre Jesús sale y llega a todos. Su paso, ascua de oro en la zona oscura de los relojes, es un evangelio de esfuerzo, zarandeado con fe en la noche más de Dios que tiene Ayamonte.
En el desfile, no hay música, ni acompañamiento de autoridades eclesiásticas o municipales u otro orden. En todo el largo itinerario, sólo están Cristo, María y Ayamonte. Los pasos, que no responden al esquema habitual, y que pueden catalogarse en capítulo único, son de una esplendidez indescriptible, y sus zancos los constituyen los cuerpos humanos de los “cargaores”. Veintidós hombres repartidos en dos maniguetas laterales, y ocho varas, entre frontales y traseras, para los de más experiencia, que son los que portan unas horquetas de hierro, único punto de apoyo en las paradas, cuyo contacto con el suelo es el acompañamiento musical, exclusivo y característico que, a mucha distancia, va avisando: “ya viene Padre Jesús”.
Es necesario aclarar que nadie se olvida de la Madre, ocurre que está en el Señor, al darse por sentado, que Padre Jesús, es el resumen de Ayamonte y, por tanto, el dolor y los sufrimientos de la Madre más representativa, de la Virgen del Socorro, es la muestra de cómo sienten y sufren las madres de Ayamonte, y hablan de ello en la soledad de la Capilla del Socorro, en visita de viernes, cuando abren sus libros de madre, y los ponen ante María del Socorro, que los hace suyos y los manifiesta en un pucherete indescriptible, mitad pena y mitad pena, que reúne la poesía inédita y sencilla del pueblo que está herido.
¡Y también alegrías!
Primeras comuniones, bodas, proyectos, ilusiones, oraciones que son conversaciones propias de los hogares, de los colegios, de las oficinas, de los barcos en los caladeros…, imposible de enumerar! Con este material se sostiene el monumento a la fe que Ayamonte tiene en María del Socorro y en Padre Jesús.
¿Por dónde viene la Cofradía?
¡Eso no se pregunta!
Lo correcto es: ¿por dónde viene el Señor?

Pues el Señor viene por todos los caminos de la Geografía mundial, atrayendo, en esta madrugada a los ayamontinos que un día hubieron de emigrar. Cierto que el Señor va por la calle de la Amargura, que pasa por la Tribuna, que entra en la Iglesia de las Angustias y en la del Salvador, que se asoma al Templo de las Mercedes, pero no menos cierto es que también “está lejos” donde hay un ayamontino que “está lejos” y llora el no poder venir; pero el Señor, ese Señor de nuestra madrugada ayamontina, está en su corazón en un desfile de Amor y paisanaje. Es increíble, sólo Ayamonte lo entiende.
Después de todo el recorrido, Padre Jesús y la Virgen del Socorro permanecen en unas banquetas de apoyo en la puerta de la Capilla del Socorro, y allí comienza “la Rifa” y la Subasta. La Subasta se refiere a las varas de los pasos de la Virgen y del Señor, que llevan implícito el ser sus capataces en la próxima Semana Santa, y que es uno de los honores más grande al que se pueda tener acceso; y la Rifa es como un pequeño mercado de venta de los regalos que ha recibido el Señor, y cuyas cantidades puestas por la puja, son voceadas por personas afectas a la Cofradía, que igual muestran un ramo de flores, un gallo, un surtido de conservas, un chivito, y lo más impensado que haya podido ser ofrecido al Señor y a su Madre. Mientras, todo Ayamonte, y muchas personas fervorosas seguidoras de esta Cofradía y sus tradiciones, comen y beben a la espera de que se adjudiquen las varas, que es el momento en que se recogen los pasos. Padre Jesús y su Madre, de nuevo en su Capilla de la mano de otros capataces que ya portan felices las varas, las mismas que dormirán durante un año en sus casas. Son felices por eso y son felices por haber alcanzado una ilusión, por haber logrado cumplir una promesa de su vida, quizás la promesa de su vida.

Antes, en referencia a la Casa Cuna, decíamos que en determinada encrucijada estaba Padre Jesús. Estaba y está. Está presente en las vidas de quienes hemos compartido techo, comida y cama con él.
El viejo patio, “la Obra”, su nombre antiguo, hoy Pistas de la Villa, es el escenario central de la Rifa. Pues bien, todos los años, todos los “cunetos” que podemos estamos allí y protagonizamos una convivencia sincera, o como mínimo un saludo entrañable, igual que los ayamontinos de Ayamonte la protagonizan con los ayamontinos de Ayamonte que están lejanos. “Noche de los encuentros” llamó un pregonero a la noche de Padre Jesús. Con su permiso, me decanto por “Día de los encuentros” y ahí queda incluido Padre Jesús y todos los demás. Ayamonte y Padre Jesús van al encuentro de padres e hijos, amigos y conocidos que han surcado los kilómetros que los mantenía unidos con Padre Jesús, hasta sentir el contacto de su piel, o encontrar esa mirada que antaño pareciera tan seria y sólo era la mirada del padre que faltaba.
Cuando entra Padre Jesús en su capilla, aún queda enterrar a Cristo, y el pueblo se arropa, aferrado a un descanso reparador, mecido por el ritmo incomparable de la vieja saeta ayamontina que entonaba Gaspar. Sigue entreabierta la puerta, pero todo parece como un sueño de ángeles que quieren vivir en Ayamonte, con la música piadosa de esa “Salve” rancia, heredad de Gloria y fe que se sirve como tratado de cultura, y que sigue diciendo:


A Ti Señora, rendidos,
pedimos todo este pueblo
que nos mires con piedad,
con amor benigno y tierno.

Digamos Ave María
Para que tiemble el infierno.

RAFAEL PÉREZ CASTILLO(120409).


Nota del editor y humilde “prologuista”: Amigo Rafael, ha merecido la pena la espera y “entre nosotros quedan” como pacto entre “buenos caballeros” los 9 puntos del “ya decía yo…”. Como dijo el otro… “más sabe el Diablo por viejo que, por Diablo”.
Y ahora siguiendo la seriedad de este maravilloso artículo tuyo y de todos, a través del como siempre digo yo “Internet” bien utilizado que gracias a la Red de Redes, lo leen miles y miles de lectores o visitantes del mundo entero, a los que les enviamos un abrazo fraterno en ese “Jesús Cristo Vivo” que ha Resucitado Triunfalmente para liberarnos a todos y darnos la gran esperanza.
A lo que iba yo en el párrafo anterior, lo mismo que las Hermanas de la Compañía de la Cruz que fundó esta Santa tan cercana sevillana de nacimiento Santa Ángela de la Cruz que proyecta todo su amor hacia los más necesitados. Me uno yo también a tu mención tan especial, como espontánea y seguro que merecidísima que le has hecho antes a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, porque me constan que hacen también mucho bien hoy en día a favor de los más desvalidos y que no hacen ningún tipo de discriminación en sus colegios.
Mi sencillo, pero sincero homenaje desde aquí a ambas “legiones de ángeles buenos en la tierra”: Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac y las Hermanas de la Compañía de la Cruz, el Gran Legado de Santa Ángela de la Cruz y que ya ha dado un nuevo fruto camino de los altares la "Venerable Madre María de la Purisima", cuyo cuerpo reposa en la Casa Madre en Sevilla, al igual que el de Santa Ángela de la Cruz.
Obviamente los fundadores de estas grandes congregaciones, forman parte de estos Santos que yo vengo en llamar "cercanos", por su gran labor y en el tiempo unos y otros en las buenas obras que solo citar sus nombre, sentimos una gran cercanía.


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