02 octubre 2009

Hoy 2 de octubre es la Fiesta de los Santos Ángeles Custodios, onomástica de mi hijo Ángel y la mía, a todos los que compartimos nombre Felicidades.

«No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.» I Cor. 10, 13

Ángel León/DonaldPress


Permitidme amigos que la primera felicitación del día de hoy valla de una forma muy especial para mi hijo Ángel, y a todas las personas que compartamos nombre de pila.

Ahora quiero profundizar en mi fiesta onomástica para que, podamos profundizar y reflexionar juntos en los Santos Ángeles Custodios, que cumplen una gran función en nuestras vidas, al igual que los Ángeles de la Guarda, cuya fiesta es el 2 de mayo.




«Ángel santo me custodia,
compañero de mi vida,
tú que nunca me abandonas,
ni de noche ni de día.
Aunque espíritu invisible,
sé que te hallas a mi lado,
escuchas mis oraciones,
y cuentas todos mis pasos.
En las sombras de la noche,
me defiendes del demonio,
tendiendo sobre mi pecho,
tus alas de nácar y oro.
Ángel de Dios, que yo escuche,
tu mensaje y que lo viva,
que vaya siempre contigo,
hacia Dios, que me lo envía.
Testigo de lo invisible,
presencia del cielo amiga,
gracias por tu fiel custodia,
gracias por tu compañía
».




Así de hermosa es la poesía con que dan comienzo las laúdes de este día. En ella ya se encuentra sintetizada la espiritualidad y sentido de esta fiesta, de los Santos Ángeles Custodios.
La existencia de los ángeles está fuera de duda y siempre la Iglesia los veneró y difundió su culto. San Gregorio Magno llega a decir esta hipérbole: «En casi todas las páginas de las Sagradas Escrituras está contenida la existencia de los Ángeles». El Antiguo Testamento habla repetidas veces de su acción prodigiosa en favor de los hombres: Un ángel avisa a Lot del peligro que corre Sodoma y el castigo que va a recibir esta ciudad. Un ángel conforta a la criada de Abrahán, Agar, cuando es despedida y camina por el desierto. Un ángel socorre al Profeta San Elías y le alimenta con pan y agua fresca por dos veces cuando huye de la persecución de la reina Jezabel. Un ángel acompaña y colma de gracia al joven Tobías y a su padre y demás familiares. Casi todo el libro de Tobías está en torno al arcángel San Rafael. También en el Nuevo Testamento aparece el ángel liberando a Pedro de las cadenas y abriéndole la puerta de la cárcel...
En la S. Biblia la palabra Ángel significa "Mensajero". Un espíritu purísimo que está cerca de Dios para adorarlo, y cumplir sus órdenes y llevar sus mensajes a los seres humanos.
Ya en el siglo II el gran sabio Orígenes decía: "Los cristianos creemos que a cada uno nos designa Dios un ángel para que nos guíe y proteja".
Y se basa esta creencia en la frase del Salmo 90: "A sus ángeles ha dado órdenes Dios, para que te guarden en tus caminos". Y en aquella otra frase tan famosa de Jesús: "Cuidad de no escandalizar a ninguno de estos pequeñuelos, porque sus ángeles están siempre contemplando el rostro de mi Padre Celestial". Y Judit en la Biblia al ser recibida como libertadora de Betulia exclamaba: "El ángel del Señor me acompañó en el viaje de ida, en mi estadía allá, y en el viaje de venida".
En las vidas de los Santos, tanto antiguos, como Santa Inés, tanto de la Edad Media, como San Francisco de Asís, y, modernos, como Santa Micaela del Smo. Sacramento, Santa Gema Galgani y San Francisco de Sales... la presencia del Ángel Custodio de su Guarda en sus vidas, es como algo inseparable. Mucho lo vivió también el Beato Manuel Domingo y Sol.
Desde que tenemos uso de razón en nuestros hogares cristianos se nos infunde la devoción al “Ángel de nuestra Custodia y Guarda”, y se nos recomienda que no demos oído al ángel malo que nos instigará al pecado y que tratemos de oír siempre al Ángel bueno que nos inspirará lo que hemos de hacer y hemos de evitar.
Es doctrina comúnmente admitida que, al nacer, el Señor ya nos señala un ángel para nuestra custodia y que cada familia, cada pueblo, cada nación tienen su propio ángel. El sabio Orígenes ya decía algo parecido en el siglo III: “Sí, cada uno de nosotros tenemos un ángel que nos dirige, nos acompaña, nos gobierna, nos amonesta y presenta a Dios nuestras plegarias y buenas obras”.
Santo Tomás de Aquino dividió los Coros angélicos en nueve categorías diferentes: “Los Serafines, Querubines y Tronos, forman la augusta corte de la Santísima Trinidad; las Dominaciones presiden el gobierno del Universo; las Virtudes, la fijeza de las leyes naturales; las Potestades refrenan el poder de los demonios; los Principados tienen bajo su amparo a los reinos y naciones; lo Arcángeles defienden a las comunidades menores, y los Ángeles custodia y guardan a cada uno de los hombres”.
Los mismos Salmos hablan con frecuencia de los Ángeles. Jesucristo se refirió en varias ocasiones a la misión de estos Espíritus purísimos. San Agustín afirmaba en su tiempo que “el Ángel de la Guarda nos ama como a hermanos y está con una santa impaciencia por vernos ocupar en el cielo aquellas sillas de que se hicieron indignos los ángeles rebeldes”.
¿Qué hacer nosotros por el Ángel, ya que tanto hace él por nosotros? Dice el Éxodo: “Respétale y escucha su voz... Si oyes su voz y ejecutas cuanto te ordene, seré enemigo de tus enemigos”.

San Juan Bosco narra que el día de la fiesta del Ángel Custodio, un dos de octubre, recomendó a sus muchachos que en los momentos de peligro invocaran a su Ángel Custodio y que en esa semana dos jóvenes obreros estaban en un andamio altísimo alcanzando materiales y de pronto se partió la tabla y se vinieron abajo. Uno de ellos recordó el consejo oído y exclamó: "¡Ángel de mi guarda!". Cayeron sin sentido. Fueron a recoger al uno y lo encontraron muerto, y cuando levantaron al segundo, al que había invocado al Ángel Custodio, este recobró el sentido y subió corriendo la escalera del andamio como si nada le hubiera pasado. Preguntado luego exclamó: "Cuando vi. que me venía abajo invoqué a mi Ángel de la Guarda y sentí como si me pusieran por debajo una sábana y me bajaran suavecito. Y después ya no recuerdo más". Así lo narra el popular santo, fundador de la Congregación Salesiana.


También en nuestro que hacer diario, ¿cuantas veces hemos dicho o escuchado? ¡Un Ángel de Dios, un Ángel bueno, ha puesto la mano!.
Es totalmente cierto que los Ángeles buenos están puestos por Dios para guardarnos o custodiarnos de los “malignos” que haberlos, “haylos” asechándonos a la vuelta de la esquina.

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